28 marzo 2009

dínamo

él

yo quiero a los pájaros bailando en mi cabeza
las lloviznas de aserrín las cornisas delicadas de la vigilia
quiero al riego su verso y al riesgo su tango
y bajo la sábana entrevernos
y en los charcos de la vereda mojar los pies y soplarnos las manos
adivino que después de la piedra viene la tierra
arrimo la cara al vino y le agrego un puñado de sal
para que sea efervescente

ella

cuando uno la degusta en uno mismo
comienza a entender de qué la va
todo ese asunto de la libido
de esa cantidad estable que tiene que ver con lo sexual
pero no con el sexo
que puede adoptar la forma de diversos estados
los más evidentes
por haber arribado a la razón,
por haber sido alcanzados por ella
por tener una palabra que los nombra
el amor, la ira, la amargura, el asombro,
la agresión, la angustia, el erotismo, el deseo
llevan ese algo que se desplaza
de soma al mundo
del cuerpo al cuerpo
del centro hasta la piel
de la piel al verbo
ese que estalla y viaja
sin despegarse del suelo
y nunca falta, nunca es cero
que otros llaman química
y otros más gracia divina
para los que se empapan es el motor
y para los que lo miran, un juego

el nexo

cuando se separan los párpados
cruzo los dedos esperando que no haya sido un sueño
que haya una boca en mi oreja
y repose un brazo en su pecho