caminando por la vereda de la ruptura
la ruptura, la rup-tura
ese estupefaciente simbólico
aceite para motores, caballo de fuerza, meta y cliché
cansancio del aburrimiento de lo metódico
de lo predecible y profesable
de lo archiconocido y sus archiconocidas consecuencias
del caos como entelequia
y las migas, los vasos derramados, las redundancias
lo desabrido, la abundancia, la sobra y la falta
la insatisfacción de la insatisfacción
qué nos pasó, Ernesto,
cuándo dejamos de ser los que éramos
la agitación molecular, el unísono, las tangentes, y la mar en coche
cómo fue que el viento se hizo humedad
para teñir alfombras y paredes
por dónde fue que se extravió el fulgor
a dónde fueron a parar las poluciones
cómo sin buscarlo hicimos agua
y nos dejamos hundir, nos dejamos
a dónde quedaron las algarabías, las mañanas y los ombligos
quién se comió la última ciruela
con qué paso se anda por el sendero desconocido
quién apagó la carcajada
cerró los postigos de la euforia
clavó la bandera del luto
y sembró en la banquina la fruta podrida
a todas luces nos quedamos a ciegas
tanteando los bordes de un hueco
al que habrá que entrar sin escaleras