25 diciembre 2008

¿huesos o caramelos?

guardo encerrados, en una mano
un puñado de huesitos
sostengo con firmeza, en la otra
un manojo de caramelos
las escondo tras la espalda
y le pregunto cuál quiere abrir
una tiene un fundamento errático
la nobleza de creer que se va a construir algo
dos o tres escalones a medio hacer
y un balcón con vista al cementerio
palas, tornos, tierra, y otros excesos
toboganes para sepultarse sin demoras
algunas semillas mal plantadas
y espejos turbios, pero espéculos
razones fáciles y contundentes
y una lapicera para que imprima su firma
por el otro lado
tenemos unos bosques que dan gusto
frutos, frutas, y un techo de hojas gruesas
verdes y carnosas, como para hincarles el diente
eter fresco y liviano
que no pide permiso para meterse en la nariz
e invita a frugales caminatas a pie descalzo
dentro de una sombra que no es oscuridad
en el lugar exacto en el cual comienza (o termina)
un arco iris
sin cercos, ni rejas, sin jaula, ni muro
y una paleta colmada de colores
para pintar el atardecer a gusto y parecer
prismas y caleidoscopios
y un río que no desemboca
no precisa diques
trampolines
ni guías

resulta evidente que no hay tanto para dudar
y las manos transpiran
trizando los huesos,
derritiendo los caramelos
mientras el indefinido tómase sus siglos
para no elegir