no de nuevo al insano juicio y la escafandra sentimental
no a los suplicios nocturnos y los berrinches matutinos
no a las ruedas que ruedan y a los ruedos que rodean
no al cajón, no al aguijón, no al retorcijón
no a los manteles limpios
no a los estantes ordenados
no a las camas prolijas
no a la puntilla
no a la minucia
no a la rota histeria
no a las dúbitas preguntas
no a la sal ni a la heladera
no a la baba rancia
no a comenzar iniciando un principio empezado
no a la vuelta, ni enfrente
no desde lejos ni de refilón
no al miedo temeroso de sentir pavor terrorífico
de estar atrapado en medias de nylon
asisitiendo de piel al baile
no a los peros
no a los vemos
no a los nosés
y un rotundo no a los noes
no a la espalda, la sombra, la ceniza
no al desmedro, el resguardo, el desgano
no a la corriente turbia
no al picaporte oxidado
no a la ensalada sin condimentar
no a las prensas, no a los martillos
no a la puta costumbre
de reiterar, repetir, redundar
no al griterío mudo
no a la cordura trucha
no a la entrega vacía
no a la imaginería absurda del errabundeo enamorado