comienzan a
despertarse
repudian a
los estirones
el encueve de
todo ese tiempo
tal es la
reticencia
que se calzan
la ojota del otro
haciendo
burla
al empeine en
gesto
equívoca
acusación
acomodándose
van
los vicios
cediendo
cuando se los
toma del pescuezo
se los toma
-con
moderación-
tal resulta
que
de pronto
estallan como
burbujas
algunos
recuerdos
y se dejan
proteger por la copa
de un árbol
genealógico
quién no
lleva consigo
todas las
dualidades
en alguna u
otra medida
es cuestión
de pararse un día
para mirar la
escena
y quedarse a
recibir
el baldazo
del viento
que todo
mueve
y al
enraizado
y al
descreido
y al fugitivo
les desenreda
las venas