25 marzo 2014

hoy

hoy
me desperté en el fin del mundo
con las manos congeladas
implorando fuego en un valle de mármol
fulguraba todavía el regusto del ensueño
la extraña sensación de haber perdonado
y haber pedido perdón a gritos
en la mismísima sordera del desierto

abismal

¿quién soy?
pregunta el abismo
a la madre tierra

quién soy, 
madre cuerpo,
sino el preciso borde
de una pantalla
el armazón de los miedos
la garganta de los misterios
y los recuerdos
quién soy, madre,
más allá de un núcleo
un reflujo insistente
que sólo pregunta por las verdades
quién es el abismo
sino el fondo mismo del deseo
lo informe, lo desterrado
el espacio sin nombre
que empuja al buscador
que interroga al reflejo
al rastreo incansable
de identidades
quién soy
sino la fuente
la ciénaga
el almacén
lucifer
aquello que sin definirse
guarda lo intangible
el centro mismo
de cada euforia
de cada epifanía
de cada colapso 
de cada herida
quién sino el abismo
el centro de la pulsión
lo inimaginable por infinito
por anacrónico
por infranqueable
por inefable
por desolado

sos,
responde la madre tierra,
el principio de un camino