16 noviembre 2010

sinfonía del día después

I
podemos hablar horas
de la angustia
porque no podemos nombrarla
podemos hablar horas y decir
que acude descarriada
obtusa, degenerada
que rompe el sentido
abunda invade
inunda
que es atrevida, irrespetuosa
interrumpe sin decoro
devora la escena
podemos decir
y no podemos decirla

II
existe un pueblo
donde cada casa
duerme con la puerta abierta
y donde cada puerta abierta
ofrece dos banquitos
para que todos puedan
sentarse a tomar el mate con un amigo

III
yo lo que quiero es que te aparezcas
con una sonrisa y los ojos radiantes
semillas en las manos
un balde como casco
una torcaza silbándote en el hombro
y un globo en cada pie
revolcarnos en la arena
hasta descostillarnos de cosquillas

IIII
trepar hasta la punta de la copa
de un árbol que no deja de crecer
perpetuos sean los principios